El cuerpo como papel

Un beso apasionado, robado, apresurado, tímido y osado, queriendo pero no, no queriendo pero sí.


Sí, sí queriendo, queriéndolo con todo el cuerpo, con la lengua, con el blanco de los ojos, con la comisura, con la boca queriendo. Con la oreja y la punta del dedo índice, con el empeine, con todo el pie.


Temiendo herir con la boca, con los dientes temiendo esconderse, mentirse, retrotraerse.


Con sus manos, temiendo y queriéndolo, con todo su ser, que es de papel, que es fuego como el sol y témpano de hielo, que es negro, de un negro sin fondo, sin luces, con todo su ser queriéndolo, alborotándolo a su ser, que es él y ella, enloquecidamente ella.


Ella, con el papel de su cuerpo, traza dibujos, traza pinceladas negras sobre el fondo sin luces, pinta con los dedos manchados de tinta y sangre, pinta sobre un lienzo, pinta con los pies, con sus ojos, sobre la madera, con témperas que emanan por los poros de su piel, exuda óleos que deberá dejar secando


             hasta que amanezca. 


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