Anatomía de un cuento

 Manchas rojas sobre un fondo negro. El cuerpo se despierta con una sacudida, como un acto reflejo para huir del horror de la inconsciencia.


ESTAMPIDA


Alguien abre los ojos. Se levanta una mañana, con la palabra flotando en el vacío negro del recuerdo. 

Alguien, algún día cualquiera, se dispone a comenzar una jornada laboral. Su trabajo consiste en escribir palabras en un idioma a partir de otro; palabras foráneas que hará suyas por medio de la recodificación. Autor-traductor-autor. 


ESTAMPIDA


Con movimientos que parecen coreografiados, desliza los dedos por el teclado. El tiempo apremia, la línea mortal del Deadline, un hombre de negro con una hoz, esperaba resultados anteayer. Su cabeza va a rodar. 


Clic quete clic quete clic 


Palabras que desaparecen - palabras que nacen y mueren 


      ESTAMPIDA


Alguien sueña el mismo sueño de la otra vez. De pie en una calle vacía, los ve venir, los escucha, los siente. Siente el temblor de la tierra bajo los pies de la decena de elefantes que viene corriendo en su dirección. No se mueve: no puede. Afuera no hay paisaje- de eso se acuerda- todo es más bien oscuro. Los elefantes corren y corren y están cada vez más cerca suyo. Los elefantes arrollan a alguien y su cuerpo desmembrado queda yaciendo en el suelo. Manchas rojas sobre un fondo negro. Se despierta del sueño con una convulsión. 


                                                                                                    ESTAMPIDA


Algo en alguien está latiendo, empieza a gestarse. Va a terapia. Habla del sueño con su terapeuta. Llega a algunas conclusiones un poco perturbadoras. Alguien entiende ahora que los elefantes también existen en el Río de La Plata: elefantes grises, hermosos y gigantes, caminan por las calles adoquinadas, por las diagonales de la ciudad, pasean por el bosque en auto, aplastan tilos y jacarandás. Alguien los observa, con fascinación, como en un zoo inverso. Los mira pasearse muy orondos por plaza Moreno, ir al café de moda y sentarse en las sillitas quilmes color verde agua o rosa pastel, tomar el té en una tacita de porcelana, con sus trompas largas absorber el líquido ámbar.


ESTAMPIDA


No puede sacarse el ruido de los pasos de la cabeza. Alguien siempre fantaseó con la idea de ser AUTOR. Piensa que escribir también es una forma de traducir: traducir ideas, pensamientos, olores, sensaciones, texturas, para llevarlos al plano del lenguaje y la expresión. 

Sabe muy bien, le pasa siempre con su terapeuta, que expresarse no es tarea fácil. 


Clic quete clic quete clic


ESTAMPIDA


Primer intento: alguien articula unas palabras. El espacio minúsculo entre sus dedos y el teclado desaparece, sus dedos son el teclado; son el grafito de un lápiz sobre el papel, el flujo de electrones que emiten las neuronas hasta encender los dedos con un chispazo. 


ESTAMPIDA


Clic quete clic que te clic 


De algún lugar de su cabeza brotan palabras que no ha pronunciado jamás.

La estampida va tomando la forma de la aniquilación. 


La estampida arrolladora de elefantes agarra desprevenidos a unos personajes en un pueblo casi desierto a orillas del Río de la Plata. 


                     ESTAMPIDA


El relato resulta infructuoso, los personajes no logran entablar un diálogo creíble. Fechas que no coinciden, un personaje no desarrollado del todo, inverosimilitud, terreno conocido, redundancias, insistencias, no saber bien qué es lo que se quiere decir. 



ESTAMPIDA


Tachar, borrar, arrancar, hacer un bollito, delete, eliminar archivo. 

Perder de vista, abandonar… 


No olvidar. 


ESTAMPIDA


Alguien enciende la luz. Un día, decide retomar aquella idea, que nunca se fue del todo, que, casi hasta en contra de su voluntad, persiste.

Después de todo, sigue viendo a los elefantes cada día en plena calle 8. 

Es entonces cuando decide ir a un taller, en dónde le enseñan a dar forma al pensamiento, a leer y a escribir, a escuchar. Traducir-escribir se vuelve parte de un todo, las palabras salen a la superficie desde el sombrío lugar que es su mente. 



ESTAMPIDA


En las notas del celular, en el cuaderno, en un pedacito de papel que se encuentra entre las hojas de un libro, en un archivo de google Docs, en un aeropuerto, en la cama, en el sillón o en el escritorio, a las 4 de la tarde o a las 6 de la mañana, con el mundo en quietud o en el medio del caos. En el bondi, en un tren o en un café. 


Escribir a alguien, por alguien, para alguien o para nadie en absoluto. Escribir porque sí, cumplir una consigna, escribir con tinta, escribir con lápiz, letras virtuales guardadas en una nube o reales, en las hojas de un cuaderno. Escribir y releer. Releer infinitamente y sentirse incapaz de terminar un texto. 


Escribir sobre algo -demasiado a veces; no saber distinguir en qué momento se ha agotado el tema.


Devenir.


Mutarse.


Aburrirse- No, hastiarse, de uno mismo. Autocensurarse. 


Leer, buscar inspiración en las palabras de otros, en la música de otros, en las pinceladas de otros, releer, subrayar, anotar en un margen. Tener creatividad, tener creatividad, tener creatividad, como un mantra.  


Evitar los lugares comunes, anotado con birome y en letra redondeada bien grande. 


No explicar las metáforas. 



***


LA ESTAMPIDA

Está de pie en una calle desierta. A su alrededor, el vacío cósmico subliminal.

Un ruido de pasos empieza en un murmullo. Apoya la oreja en la tierra y la siente vibrar contra su cara. 

Escucha el ruido de los pasos ir en aumento, cada vez más y más fuerte. El temblor de la tierra es ahora más palpable. Sabe que vienen corriendo en su dirección. No se mueve: no puede. Afuera no hay paisaje, todo es negrura. Los elefantes vienen corriendo por el desfiladero. Lo sabe. La estampida está ya sobre ella. Y la arrolla con fuerza descomunal. Le arranca los miembros del cuerpo, la disgrega. Sus brazos, sus piernas, yacen desparramados por el piso. Ella pudo haberse vuelto la negrura misma. Pero no. Ella, con la lógica que solo se encuentra en el subconsciente, puede verse a sí misma, a las partes de sí misma, esparcidas sobre el suelo. 

La negrura del sueño se vuelve roja y entonces ella abre los ojos y cree ya saber qué es lo quiere hacer: juntar los pedacitos y pegarlos con plasticola.


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